Limerencia en psicología: Causas, fases y tratamiento
- Juliana Pérez
- 11 mar
- 3 Min. de lectura
El amor es una experiencia intensa y maravillosa, pero hay veces en que lo que sentimos por alguien deja de ser sano y se convierte en una obsesión. Ahí es donde entra la limerencia, un término que quizás no sea tan conocido, pero que describe un estado emocional que muchas personas han experimentado en algún momento de su vida.
¿Qué es la limerencia?
La limerencia es un estado mental caracterizado por un deseo obsesivo y casi incontrolable por otra persona. Se manifiesta a través de pensamientos intrusivos, idealización extrema del otro y una necesidad constante de reciprocidad. En otras palabras, no es solo sentir atracción o enamoramiento, sino vivir en una montaña rusa emocional donde la felicidad depende de la mínima señal de interés por parte de la otra persona.
Este término fue acuñado por la psicóloga Dorothy Tennov en la década de 1970 y, aunque no es un diagnóstico clínico como tal, sí puede afectar significativamente la vida de quien lo experimenta.
¿Por qué ocurre la limerencia?
La limerencia tiene una base biológica y psicológica. A nivel cerebral, activa los mismos circuitos de recompensa que las adicciones, liberando dopamina y generando un estado de euforia ante cualquier interacción con la persona idealizada. También puede estar relacionada con inseguridades, baja autoestima o experiencias pasadas que han condicionado la forma en que alguien se vincula afectivamente.
Algunas causas comunes incluyen:
Necesidad de validación: La persona limerente busca sentirse valorada y aceptada a través del otro.
Fantasías románticas: A veces, más que amar a la persona real, se ama la idea de lo que podría ser.
Carencias emocionales: Una infancia marcada por apego inseguro o relaciones difíciles puede hacer que alguien desarrolle esta forma intensa de enamoramiento.
Etapas de la limerencia
La limerencia no ocurre de la noche a la mañana; suele desarrollarse en varias etapas:
Atracción e idealización: En esta fase inicial, la persona limerente siente una intensa atracción por el objeto de su obsesión. Comienza a idealizarlo, viendo solo sus cualidades positivas y minimizando cualquier defecto o señal de alerta.
Intrusión de pensamientos y búsqueda de señales: Los pensamientos sobre la persona deseada se vuelven constantes e involuntarios. La persona limerente busca cualquier señal de reciprocidad y analiza minuciosamente cada interacción en busca de pistas sobre el interés del otro.
Dependencia emocional y obsesión: La felicidad del individuo limerente depende completamente de la atención que recibe. Puede experimentar ansiedad extrema si no obtiene respuesta y desarrollar un comportamiento impulsivo para atraer la atención de la otra persona.
Desilusión o resolución: Con el tiempo, la limerencia puede desvanecerse, ya sea porque la realidad no coincide con la fantasía creada o porque la persona encuentra una manera de alejarse emocionalmente. En algunos casos, si la obsesión se prolonga sin resolución, puede derivar en sentimientos de tristeza, frustración o baja autoestima.
¿Cómo saber si lo que sientes es limerencia?
Si te preguntas si lo que sientes es amor o limerencia, revisa estas señales:
No puedes dejar de pensar en esa persona, incluso cuando intentas distraerte.
Idealizas a la persona a niveles irreales, ignorando sus defectos o red flags.
Experimentas ansiedad extrema cuando no recibes señales de interés.
Sacrificas tu bienestar personal solo por un poco de atención de esa persona.
Dependes emocionalmente de su validación para sentirte bien contigo mismo/a.
¿Cómo manejar la limerencia?
Si identificas que estás viviendo un proceso de limerencia, hay varias estrategias que pueden ayudarte:
Reconocer el problema: Aceptar que lo que sientes no es amor saludable, sino una obsesión, es el primer paso.
Trabajar en tu autoestima: Construir una autoimagen positiva y encontrar satisfacción en ti mismo sin depender de la validación de otro.
Reducir el contacto: Si es posible, toma distancia de la persona que desencadena la limerencia para disminuir la intensidad emocional.
Practicar mindfulness y autocuidado: Enfocarte en el presente y cuidar de ti mismo te ayudará a equilibrar tus emociones.
Buscar apoyo profesional: Un terapeuta puede ayudarte a trabajar en los patrones de apego y dependencia emocional.
Reflexión final
La limerencia no es amor, sino una distorsión de él. Si bien es una experiencia común, es importante identificarla y trabajar en ella para no caer en patrones emocionales que nos hagan daño. El amor saludable no se basa en la obsesión, sino en el respeto, la reciprocidad y el bienestar mutuo. Si alguna vez te has sentido atrapado/a en la limerencia, recuerda que puedes salir de ella y construir relaciones mucho más equilibradas y felices.
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